Los números, desmenuzados en detalle, han arrojado luz sobre un fenómeno que trasciende la mera afiliación partidaria o ideología, y se enfoca directamente en la evaluación de la administración.
Lo más destacado es el marcado corte de boleta, un fenómeno que ha prevalecido en la categoría de Intendente. Los representantes de Unión por la Patria han logrado reunir un contundente 56.91% de los votos en conjunto, mientras que el candidato presidencial de la misma agrupación, Sergio Massa, alcanzó un 25.23%. Si se agrega el respaldo a Juan Grabois, también de Unión por la Patria, la suma de votos asciende a un 37.35%. Esta disparidad, de casi 20 puntos en algunos casos, refleja un claro distanciamiento entre la preferencia por la gestión local y la elección presidencial.
Las cifras, a su vez, han arrojado una reveladora conclusión: la elección de los habitantes de Mar Chiquita ha sido fuertemente influenciada por el desempeño y la capacidad de los candidatos para ejecutar políticas proactivas. Los tradicionales patrones partidarios han dado paso a una evaluación más profunda y pragmática de las habilidades de gestión.
Este cambio de enfoque también está vinculado a la influencia de la campaña electoral y la difusión de mensajes, donde un espacio político ha invertido significativamente en material de promoción, en contraste con otros partidos que cuentan con presupuestos más limitados para publicidad.
En última instancia, el análisis de los resultados en Mar Chiquita nos ofrece una valiosa lección sobre la intersección entre la gestión local y las preferencias electorales. La votación ha demostrado que los electores han priorizado la eficacia y la realización de proyectos concretos por encima de la lealtad ideológica, marcando así un cambio en el paradigma tradicional de la política local.
