Las boletas destinadas a las próximas Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) han llegado a Santa Clara del Mar con un elemento distintivo que ha capturado la atención de los ciudadanos y el ámbito político. Cada boleta, compuesta por ocho cuerpos separados, presenta una extensión inusual de 90 centímetros.
Este fenómeno ha reavivado el debate en torno a las conocidas boletas sábana y su papel en el proceso electoral.
La persistencia de las boletas sábana en el panorama político ha sido un tema recurrente y, en esta ocasión, el factor llamativo radica en su descomunal tamaño.
A pesar de la tendencia creciente hacia soluciones digitales y la optimización de procesos, el formato físico de estas boletas contrasta con esta dinámica.
La elección de mantener este enfoque tradicional en un mundo que abraza la tecnología y la eficiencia ha generado debates y cuestionamientos.
Resulta evidente que el oficialismo ha optado por no adoptar alternativas modernas como el voto electrónico o la boleta única.
En un momento en el que la agilidad y la reducción de residuos son prioritarias, esta decisión podría tener implicaciones significativas en la experiencia electoral. La longitud excepcional de las boletas podría incentivar el voto arrastrado y la falta de consideración en la elección de candidatos.
Además, el tamaño de estas boletas podría facilitar prácticas irregulares, como el robo de papeletas y el “voto cadena”, donde los votantes son presionados para seguir un patrón específico de votación. Estos posibles delitos electorales plantean cuestionamientos sobre la integridad del proceso y la transparencia de los resultados.
En las calles de Santa Clara del Mar, se observa la actividad incansable de los seguidores políticos que trabajan en los distintos bunkers, doblando las imponentes boletas.
